Antes de la Gran Muralla China hubo una red de trincheras de miles de kilómetros: ahora descubrieron su función

Un sistema de trincheras y fortificaciones en el sureste de Mongolia, construido por dinastías nómadas, invita a repensar cómo se construían fronteras en Eurasia hace casi mil años.

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Con sus torres de vigilancia y muros de piedra, la Gran Muralla representa una concepción más rígida de frontera.

Durante siglos, la historia oficial contó que la Gran Muralla fue la primera gran defensa china contra los pueblos del norte. Pero una reciente investigación sugiere que, siglos antes de esa colosal construcción, ya existía otra barrera que se extendía por el sudeste de Mongolia. Y no era una barrera cualquiera: tenía miles de kilómetros de túneles, pasadizos y trincheras.

Publicada en la revista Antiquity y en Cambridge University Press, la investigación describe una red de fortificaciones conocida como el “Sistema de Murallas Medievales” (MWS, por sus siglas en inglés).

Desde el cielo, las imágenes satelitales revelan una línea serpenteante que cruza el paisaje mongol por casi 4000 kilómetros, como una cicatriz apenas visible.

¿Qué hacía ahí una estructura de tierra y piedra en medio de la estepa, lejos de los centros urbanos y sin rastros de guerras épicas?

El enigma de una muralla sin batallas

A diferencia de la Gran Muralla —con sus torres imponentes y relatos de soldados custodiando los valles—, esta construcción parece haber sido más una herramienta de gestión territorial que una defensa militar.

Los investigadores no encontraron señales claras de combates. Lo que sí encontraron fueron pequeños fuertes, torres de vigilancia y pasos controlados, que sugieren algo más parecido a un sistema de monitoreo o aduana medieval.

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Arqueólogos excavan parte del sistema de murallas medievales en Mongolia. Crédito: Tal Rogovski

“La muralla pudo haber servido para regular el paso de personas, caravanas o animales, más que para detener ejércitos”, explican los autores. Lejos de ser una línea de defensa cerrada, habría funcionado como un filtro en un territorio en constante movimiento.

Los responsables de esta red fortificada habrían sido las dinastías Liao (916–1125) y Jin (1115–1234), fundadas por pueblos nómadas: los kitán y los jurchen, respectivamente. A diferencia de los reinos sedentarios del sur, estas culturas no trazaban límites estrictos. En cambio, construían estructuras que ayudaban a istrar espacios abiertos, controlar el comercio y mantener cierta estabilidad en zonas de frontera.

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Desde el aire, los vestigios del sistema se reconocen como líneas de tierra apenas elevadas sobre la estepa.

La idea de una muralla construida por nómadas puede parecer contradictoria. Pero según indica el estudio, para estos pueblos, controlar el flujo era tan vital como protegerse de una invasión. En ese contexto, una línea de vigilancia —no necesariamente infranqueable— podía ser suficiente para marcar presencia, recaudar tributos o vigilar rutas clave.

La sección que analizaron los arqueólogos, en el sureste de Mongolia, se extiende por más de 600 kilómetros, pero forma parte del sistema mayor de 4000 km de longitud que atraviesa también el noreste de China.

Detectives del paisaje

Para identificar esta red olvidada, el equipo de arqueólogos recurrió a imágenes satelitales CORONA y a radares de apertura sintética (SAR). Desde esas alturas, los surcos que el tiempo había disimulado se volvieron visibles nuevamente. Lo que parecía apenas una zanja erosionada por el viento cobró la forma de un sistema articulado y planificado.

Este enfoque tecnológico, combinado con trabajo de campo en condiciones duras y remotas, permitió reconstruir parte del rompecabezas. A cada nuevo tramo identificado, la hipótesis se fortalecía: no era una muralla de guerra, sino de control social y político.

Como señalan en el comunicado de la universidad, “en lugar de pensar en estos muros como límites físicos, tal vez deberíamos entenderlos como instrumentos de negociación y istración”. Y con eso, la antigua zanja en la estepa deja de parecer un simple surco olvidado para convertirse en una clave para entender el poder, el comercio y el movimiento en la Eurasia medieval.

Este hallazgo no sólo cambia la comprensión de las murallas chinas, sino que invita a revisar la manera en que se piensan las fronteras en toda la historia.

Referencias de la noticia:

Vida en la frontera medieval: investigaciones arqueológicas de la muralla larga del sureste de Mongolia. Antigüedad . Publicado en línea en 2025:1-20. Shelach-Lavi G, Amartuvshin C, Heimberg D, et al.